La historia de la procesión del Señor Sepultado de la
iglesia de Santa Catarina está envuelta en la neblina de las
leyendas y ligada a los vaivenes históricos del país.
Se
dice que fue al Santo Hermano Pedro a quien -mientras rezaba en la
iglesia del Calvario, en La Antigua- Jesucristo mismo se le apareció
y le dijo:“Estoy cansado. Bájame de la cruz. Quiero descansar en el Coro del
Convento Las Catalinas”.
Obediente, el Santo lo desclavó y lo trasladó, arrastrándolo, por
las calles empedradas.
Como muestra, la imagen tiene señales de raspaduras en uno de sus talones.
Durante los gobiernos de fines del siglo XIX las procesiones fueron
prohibidas y cuando vuelven a las calles, la del Señor Sepultado de la
iglesia de Santa Catarina no lo hace.
Con los años fue trasladada al valle de la Ermita.
Según la tradición oral, durante la madrugada del Sábado de Gloria,
después que las grandes procesiones del centro habían regresado a sus iglesias,
los vecinos del barrio de Santa Catarina escucharon un cortejo fúnebre poco
usual, con todo y el crujido de las orquillas, las sombras de los penitentes
caminando y hasta los tambores de las marchas fúnebres, que pronto se
desvaneció en la penumbra.
De ahí surgió el nombre con el que se le conoce: el Espanto Entierro.
Tal como mi abuelita me lo contaba ♥️
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